Con fuerza y tesón el campanario sonó.
Ding
Dong, ding dong!, las doce nos dió;
Ding, Dong, ding dong!, La media noche llegó.
Agatha con mucha soltura y elocuencia, recitaba sus
poemas a la luna:
Soy blanca y hermosa como tú,
Cual copo de nieve entre este verdor,
La noche nos cubre con obscuridad,
Mas nunca perdemos grandiosidad;
Yo ágil y bella, tú grande y hermosa,
Pero no es signo de debilidad,
Pues con garras defiendo mi fragilidad.
Mi belleza, un arma fatal;
Lo mio no es la debilidad,
Porque las rosas hermosas,
También son peligrosas.
La luna al oír a la soberbia gatita,
sonriente y tranquila
palabras soltó:
Oh! blanca gatita de mechones naranjas,
la humildad; es virtud
que pocos alcanzan.
Ding
dong, Ding dong, suena el reloj,
Ding
dong, Ding dong, una hora pasó.
Afinando la voz, nuevamente cantó:
Silenciosa como tú, me deslizo entre la noche,
A la espera de un incauto que me sirva de banquete;
Pues nunca he fallado en mi ataque inminente.
Ding
dong, Ding dong, suena el reloj,
Ding
dong, Ding dong, una hora pasó.
La luna nuevamente sonrió y con gran suspiro tranquilamente
exclamo:
Oh! Blanca gatita de mechones naranjas;
recuerda que
siempre alguien habrá,
que sin mucha energía una lección te dará.
Ding
dong, Ding dong, suena el reloj;
Ding
dong, Ding dong, una hora pasó.
Volando y cantando una polilla apareció,
y en un dúo
imprevisto con Agatha entabló:
Polilla nocturna que vienes aquí,
sin mucho esfuerzo
serás para mí.
Sin duda no quiero morir aquí,
y a una soberbia no quiero
servir.
La torpe polilla sin querer esquivo,
zarpazos enviados
que la gata lanzó.
Revoloteando imprecisa eludía las garras
de quien con ansia y fatiga
buscaba comida.
Ding
dong, Ding dong, suena el reloj;
Ding
dong, Ding dong, una hora pasó..
La gata cansada por vencida se dio,
su ataque infalible
jamás funcionó.
La torpe polilla sin querer escapo
y una lección a la gata dio.
Me fascinó
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